martes, 21 de agosto de 2007

Desde el divan

DESDE EL DIVAN

Entré al consultorio, me quité el piloto, lo colgué en el perchero, miré
durante unos segundos cómo se iba mojando la alfombra y avancé hasta el
diván.

Me senté; no estaba en condiciones de acostarme.

Si en esa sesión no miraba a la cara a mi analista, no hubiera sido capaz de
emitir una palabra. Sabía que lo que había descubierto podía cambiar el
curso de mi terapia. Percibía que por primera vez estaba a punto de
descifrar por qué me afectaba tanto no entender la realidad, algo que les
pasa también a muchos políticos, sólo que a ellos no les importa.

Mirándolo a los ojos, le dije a mi terapeuta: "Mi mamá y mi papá me
engañaron todo el tiempo".

Y sin dejarlo pestañear fui desarrollando el nudo de mi angustia.

"...Y no fueron mentiras así nomás.

Yo puedo perdonarles que me hayan asegurado que si tomaba la sopa iba a
crecer, pero no esas calumnias que afectaron mi vida para siempre."

Con la carga adicional de saber que no estaba recordándolas todas, comencé a
enumerar las que aún resonaban en mi atormentado cerebro:

"Si te pasa algo en la calle, llamá a un policía, él te va a ayudar. Los
ladrones le tienen miedo a la Policía.

Juez no es cualquiera, primero tiene que demostrar su honestidad y que es el
mejor en lo suyo.

Para integrar un partido político tenés que tener la misma línea de
pensamiento que el resto de tus compañeros.

Si querés ganar mucha plata tenés que trabajar muy duro.

El que roba va a la cárcel.

Los periodistas tienen que ser objetivos y en ningún momento mostrar su
ideología, sólo tienen que informar y eso sirve para formar.

Si lo dijeron por la tele, es verdad.

Al final siempre ganan los buenos.

La Argentina es un país rico, vos plantás un palo de escoba y crece una
planta, por eso acá nadie se muere de hambre.

Acá no trabaja el que no quiere.

Este es un país de inmigrantes, el que llega no se quiere ir más.

El banco es el lugar más seguro para guardar la plata.

El cliente siempre tiene razón.

Si sos honesto siempre te va a ir bien en la vida.

Mis derechos terminan donde comienzan los de los demás y viceversa.

Los políticos son los representantes del pueblo.

La escuela pública es la mejor, a las privadas van aquellos a los que no les
da la cabeza para estudiar.

Un presidente, cuando asume, declara su patrimonio, y cuando termina su
mandato no puede tener más que cuando asumió.

Después de las elecciones, el candidato que perdió se pone a disposición del
que ganó para ayudarlo.

Ningún país se puede inmiscuir en asuntos internos de otro.

Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones.

Nos tienen bronca porque somos los mejores.

Como se come acá no se come en ningún lado.

Los países ricos ayudan a los países pobres.

La esclavitud se terminó hace rato y está prohibido que los chicos trabajen.

Después de trabajar toda la vida, el premio es que podés jubilarte y vivir
sin laburar.

Al llegar a ese punto, me arrepentí de verle la cara a mi terapeuta, él
también estaba llorando mientras hacía añicos el retrato familiar que hasta
ese día cuidaba como un tesoro.

Cuántos crecimos engañados en el país de mamá y papá.

Jorge Guinzburg - PERIODISTA.

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